martes, 24 de noviembre de 2009
En la mitología griega Pegaso (en griego Πήγασος) era un caballo alado.
Pegaso nació de la sangre derramada por Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. Es totalmente blanco y tiene dos alas que le permiten volar. Una característica de su vuelo es que cuando lo realiza, mueve las patas como si en realidad estuviera corriendo por el aire.
Según las fuentes clásicas, Perseo no llegó a volar montado a Pegaso, puesto que lo hacía gracias a unas sandalias aladas, sin embargo, muchos artistas renacentistas lo representaron volando en este caballo.
Belerofonte encarna el defecto de la excesiva ambición. Cuando por fin consigue montar a Pegaso, no contento con esto le obliga a llevarlo al Olimpo para convertirse en un dios, pero Zeus, molesto por su osadía, envía a un insignificante mosquito que pica el lomo de Pegaso y precipita al vacío a Belerofonte sin matarlo, quedando lisiado y condenado a vagar apartado del resto del mundo toda su vida recordando su gloria pasada.
La leyenda de Pegaso puede haber influido la formación de la figura del buraq en la tradición islámica.
Es uno de los equinos más célebres de la literatura junto con Rocinante (caballo de Don Quijote de la Mancha), Babieca (el de El Cid), Bucéfalo (el de Alejandro Magno) y el caballo de Troya, entre otros.
Las ninfas son las personificaciones de las actividades creativas y alentadoras de la naturaleza. La palabra griega νύμφη significa ‘novia’ y ‘velado’ entre otras cosas; es decir, una mujer casada y, en general, una en edad casadera. Otros hacen referencia a esta palabra (y también a la latina nubere y a la alemana Knospe) como una raíz que expresa la idea de ‘crecer’ (según Hesiquio de Alejandría, uno de los significados de νύμφη es ‘capullo de rosa’). El hogar de las ninfas está en las montañas y arboledas, en los manantiales y ríos, en los valles y las frías grutas. Con frecuencia son el séquito de divinidades superiores: de Artemisa la cazadora, de Apolo el profeta, del juerguista y dios de los árboles Dioniso, y también de dioses rústicos como Pan y Hermes, dios de los pastores.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Vivían en las montañas de Tesalia y eran hijos de Ixión y Néfele, la nube de lluvia. Alternativamente, se les consideraba hijos de Kentauros (el hijo de Ixión y Néfele) y algunas yeguas magnesias, o de Apolo y Hebe. A veces se cuenta que Ixión planeaba mantener relaciones sexuales con Hera pero Zeus, su esposo, lo evitó moldeando una nube con la forma de Hera. Puesto que Ixión es normalmente considerado el ancestro de los centauros, puede hacerse referencia a ellos poéticamente como Ixiónidas.
En el camino de regreso, Fiona y Shrek comienzan una amistad. Una noche, Asno va a ver a la princesa pero encuentra a una ogresa, él la confunde con Shrek pero la ogresa le confiesa que es Fiona con el hechizo que desde niña tenía. Hablan un rato, le dice que sólo el beso de su verdadero amor la haría tomar la forma de éste y, refiriéndose a ella, comenta que nadie podría amar a una bestia tan repugnante. Shrek, quien sólo había escuchado esto, pensó que ella hablaba de él y desilusionado decide no confesarle su amor. A la mañana siguiente, cuando Fiona saluda a Shrek, él se muestra enojado e indiferente, ella le pregunta por qué su reacción y él le responde que había escuchado ‘todo’ y que efectivamente nadie podría amar a una bestia tan fea. Fiona, con ese comentario, se sintió muy mal por el supuesto rechazo de Shrek.
El ogro va en busca de Lord Farquaad para entregarle a la princesa, pues no la quiere ver más. Ella conoce a Lord Farquaad y se sorprende de su corta estatura y arrogante actitud. Shrek recupera las escrituras de su pantano para volver a vivir solo y Fiona, resentida con Shrek le dice a Lord Farquaad que se quiere casar esa misma tarde.
Shrek regresa a su pantano, Asno lo sigue y le comenta que no puede dejar que le quiten a Fiona, que debe luchar por su amor, él le responde que ella no lo quiere, que lo considera una horrible bestia, pero Burro le aclara que no es de él de quien estaban hablando, sino de ella. Shrek se da cuenta del malentendido y decide ir por Fiona. Burro, inesperadamente, llama a la dragona y vuelan a la Iglesia donde se celebraba la boda. Al llegar, Shrek interrumpe y aclara todo, y sin importar las burlas de la gente, ellos se dan el beso del verdadero amor quedando así Fiona transformada en ogresa para siempre.
Al final se aprecia como parten en una carroza, y termina diciendo cómicamente: ‘y vivieron feos para siempre’.